martes, 11 de diciembre de 2007

Carta de No Despedida



Algunos dicen que al escribir, reinventamos nuestra vida…yo ahora escribo para olvidar, para olvidar o tal vez encontrarme en algún lugar donde nunca haya estado y no duela tanto la ausencia.

Escribo en el sentido inverso al que mi mano acostumbra hacerlo y con ello no hablo de haber desarrollado destrezas que a estas alturas de la vida serían inútiles (o no, quien sabe…) sino a que hoy, mi mano no recoge el pensamiento, ni sentimiento que emana del rincón más sombrío de mi alma y lo proyecta a un futuro quizá mejor…a cuentos en los que ahora mismo ya no creo…no, ahora ya no…

Escribiendo retrocedo mil años, que son los que parecen que han pasado…cuando la vida parecía tener sentido, cuando la vida merecía la confianza de lo que más quería…y en ese retroceso, unjo mis manos, brazos, pies…de “olvido”, sustancia blanquecina, espesa, que cubre cualquier dolor dotándolo de un olor a nada que reporta quizá tranquilidad (para algunos…y que posiblemente será lo más “sano” a lo que su mente y espíritu puedan aferrarse…) a una angustia poderosa que se te agarra a las entrañas y te destroza todos los órganos que en ti aún tenían vida.

Hoy no puedo, hoy no quiero que ese dolor cambie, no lo necesito…pero duele tanto…que aún costando todas las lágrimas que mis ojos tristes puedan derramar quiero que un día torne, y que lo haga a una neutralidad infinita…

Hoy escribo cuando ya nada tengo dentro, y tanto vacío me da miedo. A veces me siento como cuando tenía pocos años y pensaba que sería de mí si papá y mamá no estuvieran…fue la mayor angustia que pude tener…la oscuridad nunca me asustó (y ahora tampoco, ya que es la única que me da la serenidad necesaria para poder irme durante un tiempo a esa burbuja por la que tomo oxígeno…)

Y en esa regresión me veo sentadita en un esquina de la cama llorando lágrimas que valían mucho más que las que hoy escuecen mis ojos día tras día…porque aquellas lágrimas estaban en directa conexión con la sinceridad más absoluta y el misterio más bello de la vida, o de la mía (por lo que doy gracias)…pero el miedo es similar, la sensación de oquedad me taladra y el corazón escapa al ritmo de mi pecho, la mente se bloquea…

Con el cuerpo cubierto de olvido, me expando, retorciéndome y deslizándome por toda la mente, para no recordar el sabor de tu nombre…

Ahora escribo buscando tu mano, mi amor, amor perdido, amor imposible, amor maldicho, mi amor para toda la vida…mi amor propio que hoy no tengo porque he decidido alejarlo de mi orilla… ¿quién puede disfrutar del atardecer más bello en una playa llena de desechos humanos, de miserias y “sin sentidos” putrefactos? Nadie, al menos yo no.

Hoy te necesito más que nunca y no estás porque así lo quise, porque… ¿quién quiere una estrella (aunque sea la que cada noche me regalabas) cuando se puede tener el firmamento entero…? Aún conservo ese aire de egoísmo y niña caprichosa que quiere el mejor y mayor trozo de la tarta de chocolate y galletas que con todo el amor y dulzura preparaban en casa (ahora todo es light, comprimidos de edulcorantes que aunque endulzan, nunca son lo mismo…)

Hoy escribo porque no sé cantar al dolor, y dentro, tan dentro amarga…cubrir de indiferencia lo que ha sido el mayor orgullo de tu vida, el mayor y mejor tesoro por el que lo has dado todo en detrimento de lo que hoy quiero recuperar…es como caer de un precipicio sin hilo que te una y te devuelva a la vida…

A veces, cuando escribo, pienso que es mejor seguir en un letargo continuo, permanente, sin alteración alguna de subidas y bajadas empicadas como si de una noria se tratara…sin alteración alguna pero sumida en una tristeza constante para que no doliera tanto su llegada…quizá fuera mejor sacrificar los espejismos de esta felicidad enlatada que además de tener fecha de caducidad, nos deleita con alaridos de desesperación absoluta cuando decide cerrar la puerta y marcharse sin previo aviso y sin una nota donde se despida a la que poder reprocharles tus te quiero y las lágrimas de cocodrilo…

En letargo continuo, puedo “hacer seda” eternamente, aunque sea en calidad de gusano y así, en mi capullo (gilipollas, hijo de puta…te odio, cabrón…) en mi capullo, repito, limpio o sucio, ordenado o lleno de basura, podré tejer la mejor y más maravillosa de las sedas , o la más rastrera, me da igual…porque sólo será mía, y no tendré que hacer con ella las prendas preciosas que todo el mundo espera ver…tejer siempre, como Penélope en su eterna espera…sólo que Ulises volvió y yo ya no te espero, amor…no te espero y lo hago mil veces a cada segundo de tu ausencia.

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