viernes, 15 de febrero de 2008

Y cada catorce de Febrero...



¡¡¡¡Feliz no_San Valentín!!!Sólo para mí, sin tener que compartirlo con las millones de parejas que hoy, sin saber muy bien porqué se quieren un poquito más…

Tanto como las calorías de una enorme caja de bombones con las formas más ridículas que existen en el mercado en estas fechas, que más que dulzor, ofrecen un estupendo empacho. Con el que además, te regalan gratis las mejores “impurezas faciales” (vamos, granos de toda la vida…) más propias de los quince años, edad “hermosa” a los que algunos parecen asombrosamente regresar (y digo lo de hermosas, entre comillas, porque creo, nadie se siente bello a estas edades, en todo caso vello!!).

Tanto como el rojo pasión de las tristes rosas que hoy se regalan, aunque el resto del año con lo que se obsequien sea algo más parecido al gris de sus miradas, que ya no se encienden con los mínimos rescoldos de deseo. A no ser, claro, que ella haya decidido pasarse por las rebajas para adquirir algo parecido a lencería fina aunque verdaderamente no deja de ser barata, y sorprender a su chico con una atrevida sesión de streeptease coreografiada y ensayada con mucha entrega…sí, mucha, pero desde sus fantasías, con la presencia de otro cuerpo, de otro hombre (siempre más alto, más fuerte, más… más parecido al modelo de las revistas que compra, con el dinero que ahorra en lencería, claro…).

Tanto como las hermosas canciones que se dedican, que más que amor desprenden un sentimiento parecido al lamento y que suenan a aullidos de perros amargamente encerrados, o lo que es similar, a la cadena dial en una tarde de domingo... o lo que es peor aún, en una tarde como esta.

Tanto como las infinitas plantas del Corte Ingles…que se empeña en que cada catorce de febrero, todos los amantes huelan a las mejores y, por cierto (cosas de la casualidad) más caras fragancias del maravilloso mundo de los perfumes… aunque lo cierto es, que lo que tienen de “El perfume” es la grandiosa capacidad de oler a kilómetros, como el magnífico Grenouille de Patrick Suskind, lo rancio, podrido y deprimente de sus relaciones. Relaciones sin fecha de caducidad pero más pasadas y muertas en vida que la triste mermelada de mi nevera, que intenta sobreponerse al ataque de moho del que es víctima desde la última mañana que desayuné con…creo que, conmigo misma…

Tanto como las rápidas e inteligentes flechas del Amor. Bien sea representado por la mitología griega con nombre de Eros (con variante aceptada, a pesar de su ridiculez de Cupido) o por el mucho más cristiano San Valentín…ya que dicen, el amor no entiende de religiones, de edades, de culturas…¿y entenderá de “San Des-amor”?. Pues eso, como todas esas flechas, pero que normalmente en vez de ir “raudas y veloces” directas al corazón, lo que entran ganas es de lanzarlas en forma de dardos envenenados, de palabras hirientes o simplemente de ignorancia, porque ya se sabe, no hay nada como hacer que se goza de la ansiada indiferencia (aunque por dentro te recomas y te entren ganas de tirarle la misma mermelada de antes…pero con más moho…)

Tanto como las cientos de sombras y de bancos que dentro de un mes empezarán a estar repletas de adolescentes dispuestos a dejarme sin ni un puñetero sitio de mi parque preferido, sin previa consulta y mucho menos con un mínimo de consideración…y eso que aquí la presente, es de las pocas personas que se dignan en visitarlo cuando el cielo no es tan azul, cuando los pájaros aún están resfriados y cuando las “lindezas” de las tan queridas mascotas caninas no se ven tan nítidamente, porque están jugando al escondite con las miles de hojas secas del suelo. Y es que, está claro que las hormonas mandan…

Y hablando de parques y de hojas, hoy se querrán también tanto como los primeros”te quiero” grabados sin compasión alguna, en los árboles de las salidas de los colegios, que sin saberlo serán testigos de un amor tremendamente hermoso…tanto como su brevedad.

Pero…ya quisiera yo volver a mis diez años, donde a pesar de todo lo que hoy escribo, soñaba con rosas frescas de mi príncipe azul (que además curiosamente tenía un aire al de “La princesa prometida”, nada que ver con el de beckelar…), con el chocolate con leche de toda la vida, mucho menos amargo del que hoy compro ( no sé si en calidad de sustitutivo) y con la canción más cursi de Glenn Madeiros que, cosas de la vida y esta vez sí por pura casualidad, suena ahora mismo en la emisora antes ridiculizada (ups!!) y que se empeñaba en hacerme creer en que : “nothing’s gonna change my love for you…”

Pues así y con todo…mejor dedicarse “Te Quieros” aunque sea a precio de saldo, que al menos, colorean nuestros corazones. Y quién sabe, a lo mejor algún día tornen al “Te Amo” que tantas veces grabo a fuego, pero esta vez en el tronco que sujeta mi alma, cuando pienso en mí misma, que para eso me tengo que aguantar día tras día…

… los que transcurren para que al despertar, mi cuerpo descubra bajo las sábanas, que hoy, de nuevo, he dormido sin ti…

4 comentarios:

Phantom dijo...

Te leo y te encuentro. No te hacía carne de blog, aunque ahora que lo´he visto, siento como si fuera algo inseparable de ti. Ahora más que nunca se echan de menos muchas conversaciones que me hubiera gustado (y aún me gustaría, claro) disfrutar contigo.
Realmente has dado unas pinceladas de color a un día hasta ahora demasiado gris.

Se te echa de menos

Niclos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Niclos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Niclos dijo...

Bueno, qué comentar acerca de este post... uff, hay tantas cosas que decir, pero a la vez tan pocas formas de exponerlas para que reflejen lo que pienso sin que el mensaje se distorsione, que desde ya renuncio a que sea entendido tal y como yo lo tengo en mi cabeza. Aún así, allá va.

Realmente la visión del sentimiento que mueve el mundo que se vislumbra en tu post, a uno no le hace sino más que querer alejarse lo máximo posible de esa caricatura que reflejan tus líneas, porque aunque cada cual lo entienda a su manera, y que obviamente se mercantilice la forma de expresarlo, creo que la autenticidad de cada cada persona, y de sus relaciones puede observarse en las actitudes y comportamientos, en el aura que le rodea cuando las lleva a cabo, en lo artificial que parezca, etc, y renunciar a encontrarlo y disfrutarlo de este modo es en sí mismo renunciar a la vida.

Ojala el pesimismo se torne optimismo, y el catastrofismo sentimental se vuelva sosiego y sintonía, porque si uno pasa por una senda con la vista fijada en encontrar en el horizonte el objetivo, renuncia, quizás inconscientemente, a disfrutar de la ventura de lo que pueda hallar en el margen del camino.


Ea, este es mi comentario :)